Nunca se vivió una situación de tanta liquidez
mundial como la actual. Sobran las divisas en todo el mundo. Pueden faltar
ideas o negocios para invertir, para encauzar esa liquidez. Pero dólares
sobran, y los mercados tienen dificultad para colocar ese excedente. Por eso, los
mercados de capitales ofrecen dinero a tasas muy bajas. Uruguay, por ejemplo,
puede financiarse al 4% anual.
Todos los países serios, tanto de nuestra región
como del mundo, pueden acceder al beneficio de la financiación barata. Así,
pueden planificar sus políticas de inversión, de desarrollo, de infraestructura,
de vivienda, etc. En definitiva,
inversiones para el desarrollo de los países y para mejorar la calidad de vida
de los ciudadanos y de las futuras generaciones.
Para acceder a este mundo de progreso y mejora, sólo
es necesario ser un país “normal”
¿Que es ser un país normal?
Un país con reglas claras, donde las leyes se
cumplen y los contratos se respetan.
Un país con justicia.
Un país con relaciones normales con los organismos internacionales de
crédito.
Un país abierto, moderno, tolerante y laico.
Un país donde la ley civil esté por encima de
cualquier ley religiosa.
Un país en el que los gobernantes respetan la
constitución que juraron defender.
Un país con respeto por los derechos individuales y
por la propiedad privada, ambos consagrados en la Constitución Nacional.
Un país con su economía abierta al mundo, que gane
mercados. Este es un punto fundamental para un país exportador de materias
primas, como es el caso argentino.
Con partidos políticos fuertes, garantes de la democracia, pero no con un
estado que use su poder para agredir y someter.
Como dice Ayn Rand, un país en el que los
gobernantes no sean los amos de los ciudadanos, sino que estén a su servicio.
Así, se logra construir una sociedad amplia,
moderna, inclusiva, tolerante, democrática, dialoguista.
Y también se logra integrar al país en el mundo,
que provee divisas.
Estos son los valores sobre los que se basa la
prosperidad de todos los países del mundo, tanto desarrollados como emergentes.
Estas sanas prácticas son respetadas por todos los países
del mundo, con muy pocas excepciones, como Irán, Cuba, Venezuela….y Argentina.
Países con valores y prácticas opuestas a las
descritas: autoritarios, cerrados, intolerantes, sin relación con los
organismos internacionales de crédito. Sin respeto por la ley. Sin reglas. Impredecibles.
Sometidos a caprichos arbitrarios por gobernantes que ponen a los ciudadanos a
su servicio, al revés de los que sucede en el resto del mundo.
En definitiva,
países a los que nadie le prestaría un dólar.
El club de la escoria mundial, que
tristemente integramos, es un logro auténtico del kirchnerismo.
La escasez de divisas que nos toca padecer es una
situación exótica en todo el mundo, sólo limitada a los miembros del club de la
escoria.
Cristina dice que gracias a sus políticas, ahora estamos libres del FMI.
Lo mismo podría decir un paralítico, que gracias a su condición, está libre de
usar sus piernas.
El kirchnerismo mantuvo al país aislado del FMI
durante 10 años, para evitar el control sobre las cuentas públicas, sobre el
gasto desmedido del estado para sostener políticas populistas, sobre la
corrupción descontrolada.
El kirchnerismo no tolera ningún tipo de control sobre el
estado, ni límites legales en el ejercicio del poder.
No tolera que nadie se
interponga en sus negocios corruptos, firmados con la sangre del pueblo.
Ni tolera que
nadie le ponga palos en la rueda para cumplir con su misión: el saqueo de la
Argentina.
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