Como venimos advirtiendo desde la campaña presidencial 2003, la economía argentina ha entrado en una crisis terminal debido al modelo basado en el saqueo a los ciudadanos y posterior despilfarro kirchnerista en subsidios y consumos superfluos. Esta enorme cantidad de cientos de miles de millones de dólares tirados a la basura desde 2003 hubieran permitido sentar las bases del desarrollo económico nacional, incluyendo obras de infraestructura viales y sanitarias prioritarias, y sacando de la pobreza en que viven más del 40% de los argentinos.
Los efectos devastadores de las políticas kirchneristas sobre la economía argentina, fueron en alguna medida postergados durante los últimos años, gracias a un contexto internacional por demás favorable para los productores de materias primas, entre los cuales se incluye Argentina.
Sin embargo, el esquema político de aislamiento internacional del país, y el económico de asfixiar a los contribuyentes, sostenido a rajatabla por el kirchnerismo durante casi una década, ha arrastrado a la nación a una espiral de terror en los mercados cambiarios y financieros, con imposibilidad de continuar financiando el gasto desbocado de la banda gobernante, que se ha virtualmente apropiado del estado nacional, lo ha vaciado de recursos y, peor aún, ha convertido a sus instituciones republicanas en maquinarias puestas al servicio de la familia gobernante, que utiliza métodos fascistas, incluyendo prácticas extorsivas-represivas sobre los derechos civiles y políticos del pueblo argentino. Así, se avasallan las minorías, fundamentales para la democracia, sacrificadas bajo el ímpetu hegemónico de estas políticas totalitarias, donde no existe margen para el disenso ni la opinión, ni mucho menos para pensar libremente.
El gobierno nacional vende un relato empaquetado -y con moño- de la realidad, un relato perfecto e intocable de la "realidad" y la "verdad", exactamente de la misma manera que hacen los demás gobiernos totalitarios del mundo, como Siria, Irán, Venzuela y Cuba.
La libertades individuales de las que aún gozamos los ciudadanos, son una piedra en el avance del kirchenirsmo sobre la democracia argentina.
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